2 abr 2016

Juego bonito?




Venía doblando la esquina y desde ahí ya las vi correr atrás de una pelota.
Al lado de una cancha simulada con arcos de caño invisible y pilares de camperas y buzos enmarañados, donde los pibes de siempre mostraban sus habilidades deseando un futuro lleno de contratos millonarios, ellas también habían marcado su terreno con un sinfín de accesorios rosas y fucsias, armando su fulbito.

Como no quedarme y ver el espectáculo.

Los 2 potreritos en esa zona del parque estaban divididos con un caminito, que nadie se animaba a cruzar para no recibir un pelotazo de regalo, por atrevido. Así que me quedé mirando desde la vereda, dándole la espalda a los miles de bondis que pasan por allí y unos metros más atrás de lo que sería una especie de popular, que los equipos tenían ubicada muy cerca de la línea invisible de la cancha.

No tenía idea de cuánto tiempo hacía que estaban allí, pero a simple vista parecía que ellas empezaban hacía un ratito nomás.

Las remeras holgadas, las camisetas y musculosas lucían impecables, tal como ellas.

Del otro lado los pibes sudaban la gota gorda.

En una ocasión la pelota salió de la cancha y llegó cerca mío y antes de que pudiera ir a buscarla y patearla tan fuerte como para ser la envidia de las pibas convirtiéndome en su amiga de manera automática, un pibe se acercó y cuando sacó de lateral, dejó un olor tan abombante alrededor, que tuve que correrme unos cuantos metros y aspirar bien fuerte un poco de aire fresco.

El espectáculo se desplegaba a todo volumen. Se escuchaban gritos de todos lados y en todos los idiomas, sin embargo la dinámica de la agitación era tan particular y diferente entre los dos públicos como su efectividad.

La popu del lado de los pibes aullaba y propinaba toda serie de insultos a los jugadores. Muerto!!! No le haces ni un gol al arco íris!
Al gordito con la cara explotada y que andaba por demás cansado, le tiraban: -“Movete gordo que te va a mear un perro!!! Y así siguieron todo el partido.
Al que tenía la camiseta con el 5 le gritaron en una ocasión en que lo pasaron como alambre caído: - “Tenés menos marca que la salada!”, y al 10 que ya casi no corría: - “Menos salida que Cromañón”.

Los pibes se calentaban y los choques se iban haciendo más evidentes. Alguien dijo: - "Sacate la caja de los botines para jugar muertooo!!!".

Un tumulto estalló unos segundos después y tuvieron que salir los espectadores a separar a los que armaban bardo.

Del otro lado del caminito las pibas le daban duro a la pelota y la platea femenina se desgañitaba con alaridos bien agudos. Una de las pibas, la más grandota tiró al arco y se le fue un poco más que a la mierda, sin embargo las minitas le lanzaban gritos de apoyo: - “Bien ahí! bien ahí!! Sos grosa Natalia!”. La arquera sacó y la suerte hizo que Natalia la tuviera de nuevo entre sus piernotas. Esta vez las pibas le gritaban dale Nati!!! Es tuya!!! Vos podes! Y Natalia la colocó a la derecha de la arquera, mientras las pibas explotaban entre abrazos y coreografías de unos segundos, acompañadas de cantitos donde abundaban las palabras: hermosa, corazón, bombón y cosas al extremo positivas.

De vez en cuando los pibes se daban vuelta y las miraban desencajados.
El partido masculino fue trabándose cada vez más, los insultos recrudecían toda vez que alguien tenía que ir a buscarla afuera.

Del otro lado, la cosa estaba mas que aceitada, las jugadoras picaban, tiraban caños y festejaban mientras saltaban y chocaban las manos en alto y las caderas en lo bajo.
En mis ojos la diversión y el juego bonito comenzaron a tomar forma de mujer y algo parecido debió pasarle a los transeúntes ya que paraban a observar el espectáculo que daban la banda de las pibas. 

De repente, un pibe se tropezó con la pelota y otro aprovechó para meterle una patada en el estómago. El juego se desarmó en una batalla de puños que duró menos de un minuto. Entonces cada uno buscó su buzo y se dispersaron entre amenazas para el próximo encuentro.

Del lado femenino todo era color de Rosa, literalmente. Tenía varias cosas que hacer pero de verdad el partido invitaba a quedarse.

Por fin, una de las chicas de público miró el celular y dio aviso al resto: - “¿Chicas son las 8, arrancamos?” Y al grito de: -“el último y nos vamos…” se aceleró una jugada a medio armar y un golazo coronó la tarde en el parque.
Las pibas se juntaron todas en el medio de la cancha mientras se abrazaban y se pedían fotos.

Yo me crucé a la parada mientras miraba la escena y esperaba que el grupo desconcentrara, sin embargo ellas no se separaban. Cruzaron la calle pasaron por al lado entre risas y carcajadas y juntas entraron al bar de la esquina.

El colectivo vino, me senté en un asiento del fondo, saqué el celular y en el facebook alguien posteaba la noticia que el partido del domingo se llevaría a cabo sin hinchada visitante.



La Maga

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