La puerta del 6º piso se cerró de un portazo y desde el piso
de abajo pude escuchar los tacos marcando un ritmo furioso en ese pequeño
recorrido que lleva desde la puerta del departamento hasta el ascensor.
Mi vecino, el del 6º, ni se movió. El eco del portazo lo arrasó
por completo, el silencio sobrevino y una sensación de vacío se instaló de
repente.
Luego de unos instantes, el tiempo que a él le habrá parecido prudente esperar para que ella se alejara lo suficiente, decidió sacar esa
canción de su cabeza y ponerla en el reproductor.
“In my place. Were lines that I couldn't change. I was lost, oh yeah” ♪♫
Por dios!! Que tipo más obvio, pensé y Coldplay empezó a
sonar a todo volumen en la tarde del sábado.
Tengo que decir que lo odié muchísimo. Odié su canción para
la tristeza… tan comercial y trillada. Pensé además que quizás hasta se lo
merecía y la piba que lo plantó posiblemente se habría dado cuenta que todo siempre
sería así en la vida del tipo.
Entonces fui hasta la compu para poner un tema que me
devolviera nuevamente a mi mundo. Busqué un buen rato, me armé una pequeña lista de canciones,
pero ninguna sonaba bien. Las fui cambiando sin que terminaran, una tras otra y
así, las fui descartando a todas.
Un chiflete helado se coló por el huequito abierto de la
ventana. De repente sentí que mi tarde comenzaba a quedarse sin contenido y me
sacudí de un escalofrío.
Finalmente me di por vencida y abandoné la empresa. Al fin y
al cabo arriba algo se estaba contando, por algo se estaba luchando.
Sentí pena
por él. Sentí pena por ambos.
Cerré la compu y mirando hacia fuera, tarareé cada uno de
los temas que Chris Martín nos dedicaba.
Muy buen relato cotidiano Maga.
ResponderBorrarEscribís muy claro y bien.
un abrazo
Gracias Panza Arriba! Abrazo para vos y perdón por lo de Chris, jaja.
ResponderBorrarno te preocupes por Chris.....todavía está cuestionándose lo malo de su último disco.
ResponderBorrarsos una capa
pero mil gracias che!
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